TESI RIVERA BLANCO pasó su infancia y su juventud en León. Desde 1987 vive en Barcelona. Ha sido profesora en la Universidad de Valladolid, en la UNED y en la Pontificia de Salamanca. Ha colaborado en el suplemento cultural de El Diario de León y en la Revista Escribir y Publicar. Ha publicado cuentos en diversas revistas literarias como Barcarola, Argaya y Cuadernos del Matemático. Libros de cuentos como Ilce (1997) y Dione, un Picasso entre piratas (ebook, Casa del Libro, 2012), ambos pertenecientes a la colección infantil La tortuga voladora; y los inquietantes relatos para adultos reunidos en Otra mirada (Libros del Innombrable, Zaragoza, 2002).
En la inauguración de su recién estrenado castillo, Jaime, que es un gran escultor, y pintor también, aunque menos, recibe a sus amigos y a un seleccionado grupo de coleccionistas de arte, siempre obsesionados por conseguir ¨la pieza única¨.
Dentro del castillo una extraordinaria fiesta se está celebrando, pero ninguno de los asistentes sabe por qué está allí, ni lo que va a ocurrir. Solamente Jaime tiene la clave.
Durante la cena ocurrirán extraños sucesos que a algunos no pasarán desapercibidos…
Este cuento largo, o novela corta, es un homenaje al ARTE con mayúsculas, a los artistas capaces de realizar bellísimas obras y a todas aquellas personas que sienten devoción por él. A los que saben crear una obra de arte o, simplemente, admirarla.
El coleccionista es una historia de amistad, de lealtad, de amor al arte y de misterio.
Ricardo Sahagún, un periodista que creía tenerlo todo hasta que su novia Mei desaparece, recorre China dispuesto a encontrarla. Es una búsqueda sin tregua en la que el azar y sus sentimientos le conducen a lugares ignotos y tiempos convulsos.
Ayudado por antiguos amigos y por nuevos conocidos, descubre circunstancias y acontecimientos inquietan-tes de un país y unas gentes que le fascinan, pero no tarda en darse cuenta de que en ese país nada es lo que parece.
Regreso a China es una novela en la que el protagonista busca el por qué de la desaparición de su ser más querido mientras descubre la geografía, las costumbres y los mitos de China.
La escritura es la reconstrucción de un universo particular. Cada escritor tiene su universo secreto que explosiona en el texto. Los relatos reunidos en este volumen insisten en mostrar reflejos de ese universo que, a modo de sombras chinas, como partículas descaradas de una red, rozan el horror, lo atraviesan, lo insinúan o lo reclaman, como camino hacia un paraíso que tal vez no se asemeje en nada al mítico.
Seres perplejos, impulsados por las circunstancias, incapaces de encontrar un sentido al mundo en que habitan, en el que reina la insensibilidad. Acaso son los verdaderos protagonistas de la sociedad actual, en la que se impone el individualismo, y aquellos que intentan comunicarse sólo emiten sonidos desgarrados cuando ya es demasiado tarde. La irredimible soledad del ser humano confinado a sus miserias ocupa el primer plano de una escena en la que no hay (ni podrían tolerar, seguramente) espejos ni espejismos. Como dijo Ezra Pound: «a veces es difícil escribir un paraíso cuando todas las indicaciones superficiales hacen pensar que debe describirse un apocalipsis».
Silvia Adela Kohan
En Dione, un Picasso entre piratas, la segunda entrega de la Colección La tortuga voladora, vuelven a ser protagonistas las obras de arte, es este caso esculturas y pinturas, demostrando no solo la buena relación que existe entre ellas, sino también el amor desinteresados que sienten por los miembros de la familia de la casa en que viven.
Intriga y misterio son los ingredientes de esta historia en la que David, Mireia y los gemelos, Guille y Pipo, participan inconscientemente de la aventura que está apunto de ocurrir en su casa: el intento de robo de nada menos que ¡un cuadro de Picasso! Sin embargo, las auténticas protagonistas serán las esculturas, en este caso Dione, una anciana sabia que habla con refranes y que, como ocurrió en Ilce, también ahora protege a todas las esculturas que conviven a su alrededor.
Maravillosa relación de humanos y obras de arte entre los que se entreteje una estrecha red de amor y de amistad que les lleva a desenmascarar juntos a una famosa banda de falsificadores.
¿Una familia de esculturas? ILCE, primera entrega de la Colección La tortuga voladora, es un relato insólito en el panorama de la literatura juvenil; un modo ameno y sutil de iniciar a los más jóvenes en el terreno artístico. Es un universo de personajes imaginarios, circulando en el mundo real y que palpitan, más vívidos que los humanos.
En Ilce se entrecruzan las miradas. Dos enfoques paralelos y convergentes lo ponen en marcha: el de la autora -Tesi Rivera Blanco-, filóloga y prolífica cuentista, y el de la ilustradora -Nuria Hernández Rivera-, que estudia segundo curso de primaria y ya demuestra un estilo personal. Mágico encuentro el de ambas -madre e hija- que articulan la aventura de la protagonista.
"Ilce entreabrió uno de sus redondos y abultados ojos." Así empieza el relato y el nacimiento de Ilce, su humanización bajo la mirada del artista creador, y desde aquí asistimos a su andadura como personaje.
Narrado desde los sentimientos de Ilce, que pasa por una serie de viscisitudes, en el contacto con las diferentes personas que le toca vivir y con otras esculturas -Tom, Auto-, le proporciona al lector la oportunidad de ver el mundo cotidiano a través de sus ojos.
Ilce, además, está enamorada de Tom. Como decíamos, la clave del relato radica en la mirada. Para mirar no se necesita ver, nos sugiere: "Para Ilce, Tom era apuesto, imponente, alto, grueso y maravilloso. (...) "Dios mío -murmuró Ilce sorprendida de su ingenuo e inesperado descubrimiento-. Pero si siempre me está mirando." He aquí lo que puede el corazón.
La autora se ha metido en la piel de las esculturas y nos lo cuenta. Por lo tanto, esperamos la aparición de la continuación de la serie. Poder participar de este universo constituye una sorpresa y una incursión nada convencional en el mundo del arte.
Silvia Adela Kohan